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Devoción de la Divina Misericordia

Divina Misericordia

La Fiesta de la Misericordia

De entre todas las formas de la devoción a la Divina Misericordia reveladas por Santa Faustina, ésta es la que tiene mayor importancia. El Señor Jesús habló por primera vez del establecimiento de esta Fiesta en Plock en 1931, cuando comunicó a Santa Faustina su deseo de que pintara la imagen: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia”. (Diario, 49)
La elección del primer domingo después de la Pascua de Resurrección para la Fiesta de la Misericordia, tiene su profundo sentido teológico e indica una estrecha relación entre el misterio pascual de redención y el misterio de la Divina Misericordia. Esta relación se ve subrayada aun más por la novena de coronillas a la Divina Misericordia que antecede la Fiesta y que empieza el Viernes Santo.
El Señor Jesús dictó esta oración a Santa Faustina entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (vea el Diario, 474 – 476).

La coronilla a la Divina Misericordia

Las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios Padre “el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad” de Jesucristo como propiciación de sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero. Al unirse al sacrificio de Jesús, apelan a este amor con el que Dios Padre ama a Su Hijo y Él a todas las personas.

San Juan Pablo II

Capilla

La Hora de la Misericordia

En octubre de 1937, en unas circunstancias poco aclaradas por Santa Faustina, el Señor Jesús encomendó adorar la hora de su muerte: “Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma” (Diario, 1572).

El Padre Rózycki habla de tres condiciones para que sean escuchadas las oraciones de esa hora:

  1. La oración ha de ser dirigida a Jesús.
  2. Ha de ser rezada a las tres de la tarde.
  3. Ha de apelar a los valores y méritos de la Pasión del Señor.

“En esa hora – prometió Jesús – puedes obtener todo lo que pidas para ti o para los demás. En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia” (Diario, 1572).

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